(No) Todo está en la superficie
En (No) Todo está en la superficie se vuelve a explorar el territorio que más me ha inquietado a lo largo de los últimos años: las huellas, los vestigios y los rastros que, a raíz del inexorable paso del tiempo, marcan los espacios, las relaciones, los cuerpos, la memoria.
El núcleo de las preocupaciones vuelve a ser autobiográfico. Se indaga, en esta ocasión, los mecanismos que operan en nuestra memoria cuando esta decide permitir el ascenso hacia la superficie de la consciencia de ciertos contenidos, dejando otros en el oscuro fondo del olvido. Relación que expresa, en última instancia, la dialéctica inacabable entre el fondo y la forma, lo visible y lo invisible, lo decible y lo indecible, lo legible y lo ilegible.
En esta oportunidad, se recurre a una escritura subterránea, invisible, realizada gracias a las propiedades de la tinta UV. Con este gesto se busca mostrar que el proceso por el cual emergen las palabras y las imágenes almacenadas en la memoria (que en esta ocasión toman la forma simbólica de las piedras), es un movimiento activo del sujeto que va en busca de ellos. Pero que, sin embargo y de forma trágica, siempre se da de manera parcial, fragmentaria, balbuceante. Pareciera que auscultar nuestra memoria es tan duro como penetrar una piedra). Es imposible iluminar por completo el lugar donde se graban nuestras experiencias.